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La peor noticia de 2014

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Ayer, día uno de enero de 2014, se produjo la peor noticia no en lo que va de año sino incluso de lo que queda del mismo. Habrá atentados con extremidades mutiladas de inocentes, accidentes de avión, trenes que descabalgaran sobre un puente, famosos que se abrirán la cabeza contra una roca mientras esquían, niños que no podrán superar su leucemia que además será televisada, además de crisis económicas insalvables en países mediterráneos, hambrunas en buena parte de África, guerras entre naciones, y para los más frívolos, lesiones de ligamentos cruzados de sus ídolos del balón. Pero pase lo que pese –excepto si China y el Japón inician la que será la Tercera Guerra Mundial, o sea, la definitiva–, nada podrá superar a la peor noticia de este año y posiblemente de el siguiente lustro: un millonario chino, Chen Guangbiao, que vende latas de aire supuestamente puro, amenaza con adquirir el New York Times. La familia Ochs-Sulzsberger, actual dueña de la cabecera, niega rotundamente ni que quiera venderla ni siquiera que se lo haya planteado. Pero el supuesto filántropo chino –nadie es filántropo (y menos en China) con miles de millones de euros en su cuenta corriente– ha dicho que “no hay nada que no se pueda comprar por su precio justo”. Para añadir un desgarrador: “Estaría dispuesto a vender todas y cada una de mis propiedades para poder adquirir el diario”. Su plan no admite rechazos, ya que si no se lo vendieran estaría dispuesto a comprar acciones a mansalva hasta llegar a ser el máximo accionista. Y entonces la pregunta es: ¿qué interés tiene un chino en comprar el periódico más influyente del mundo al precio que sea, sobre todo cuando éste no está en venta, y cuando además en China no lee ni cristo? La respuesta, sencillísima: para cambiar el rumbo del mundo y poner la proa hacia China; para callar bocas y modificar las líneas editoriales; en resumidas cuentas: para achinarlo, o sea, para destruirlo, para manipularlo, para hacer del New York Times una sucursal del China Daily, algo así como que La Gaceta de Intereconomía o el diario Público resurgieran de sus subvencionadas cenizas y bajo las mismas líneas editoriales que les llevaron a sus sonados fracasos crearan un grupo de comunicación capaz de hacerse con el poder del Washington Post y el The Guardian.

Juan Pablo Cardenal y Heriberto Araújo ya lo venían advirtiendo en su libro, sonado éxito por cierto, ‘La silenciosa conquista china’, en donde avisan de manera clara de la que se nos viene encima. Que para los que creemos en las libertades absolutas no hay nada peor que la adquisición por parte de un chino multimillonario –o sea, un ultranacionalista que chapotea en lo mafioso– del diario más influyente del planeta: el NYT. Y espero y deseo que en ese liberalismos extremo de los Estados Unidos, donde cualquiera puede comprar acciones sin miedo a ser rechazado, al supuesto filántropo Chen Guangbiao le sea imposibilitada la compra del citado diario. En el fondo, el mundo entero debería mediar; porque el New York Times no es sólo patrimonio de los Estados Unidos. Cabe recordar que si mañana Amancio Ortega se planteara comprar la bazofia del Global Times –y he dicho que sólo se lo planteara– todas las tiendas de Zara que hacen negocio en China serían embargadas por el gobierno de Pekín así como la venta de la citada cabecera sería imposible de llevarse a cabo.

El mundo está cada vez más cerca de su final. Porque el final del mismo se producirá cuando China domine al mundo. Y parece ser que aún nadie ha sido capaz de frenar esta locura que nos devolverá al esclavismo con mascarillas de oxígeno. Y Yang Rui, ese nazi que se hace pasar por periodista en la CCTV, hoy debe estar encerrado en uno de los baños de su mansión soñando con esa columna en el medio más influyente de la historia de la Humanidad que podría llevar por titulo el siguiente: ‘Cámara de gas’. En ella señalaría a los periodistas americanos que se negaron a seguir la nueva línea editorial del infrahumano Chen Guangbiao que vende latas de aire puro en ciudades chinas cercanas a Auschwitz y que desea a toda costa compra el New York Times. Avisados estamos.


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